Nuestra fundación
En 1562 Juan de Ribera es nombrado obispo. Hombre motivado por la reforma en la Iglesia, la de monasterios, entre otras, es una de sus prioridades. Conoce desde 1564 la obra de Sta. Teresa y en 1571 le pide fundar en Valencia, a lo que la santa no puede acceder. En 1574 un breve de Roma le nombra reformador del convento de San Cristóbal de Valencia, de agustinas canonesas, donde encuentra monjas muy afines con sus deseos de reforma. Con ellas iniciará un nuevo camino reformado: Las agustinas descalzas.
Con la nueva fundación busca la reforma de la vida religiosa lastrada por la rutina, la excesiva familiaridad con seglares, condicionada con valores humanos en el ejercicio de la autoridad, etc.
Todo esto va a ser sustituido por prácticas y valores como la sencillez e igualdad en el trato entre las hermanas, el silencio, un clima de austeridad y humildad, la clausura, el recogimiento y el retiro, el desasimiento que favorezca la oración y la unión con Dios. Se cuida el tener largos tiempos para la oración, meditación, lectura y trabajo, renunciando a cuanto sepa a mundo y privilegios, orgullo y divisiones.
Dos son los propósitos que Juan de Ribera marca a sus monjas: procurar ante todo la honra de Dios y ser contrapunto y reparación de los pecados del mundo especialmente los ocasionados por las mujeres que causan escándalo en la sociedad y la Iglesia.