Beata Josefa de la Purificación 

BENIGÁNIM

Beata Josefa de la Purificación y Novena

La Beata Josefa de la Purificación nació en Algemesí en 1887. Ingresó en el convento en 1905, profesando al año siguiente. Allí desempeñó el cargo de priora y maestra de novicias. Cuantos la trataron manifestaron sus grandes virtudes y la perfección con que sobrellevaba la vida religiosa. Al abandonar su convento en 1936 se trasladó a su hogar familiar junto con su madre y hermanas, haciendo todas, vida comunitaria. Sor Josefa, su madre y sus hermanas fueron martirizadas en la “Creu tapà” de Alzira la noche del domingo 25 de octubre de 1936. San Juan Pablo II la beatificó el 10 de marzo de 2001. (Leer más)

Nació en Algemesí (Valencia) el 10 de junio de 1887 en el seno de una familia de agricultores profundamente cristianos. De su padre, Vicente, no quedan noticias especiales. Murió el 31 de julio de 1916. La madre, Teresa Ferragut, tuvo siempre fama de cristiana fervorosa. La abundante floración vocacional con que Dios la bendijo confirma esa opinión. Su único hijo profesó como capuchino con el nombre de Serafín de Algemesí y cinco de las seis hijas ingresaron en conventos de clausura. María Vicenta, María Verónica y María Felicidad lo hicieron en el convento capuchino de Agullent (Valencia); otra, de nombre desconocido, en San Julián de Valencia; y nuestra María Josefa en las agustinas descalzas de Benigánim. Sólo Purificación quedó en el siglo. Las tres primeras y su misma madre acompañarían a María Josefa en la prisión y el martirio. La cuarta murió antes de la guerra de 1936.

María Josefa hizo sus estudios primarios en el colegio Santa Ana de su pueblo. De joven llevó una vida retirada como todas sus hermanas, y muy pronto se sintió llamada a la vida religiosa. Visitaba la iglesia a diario, comulgaba con frecuencia y se encargaba de adornar el altar del Sagrado Corazón. El 2 de febrero de 1905 vestía el hábito agustino descalzo en Benigánim (Valencia) y al año siguiente pronunciaba sus votos. Fue priora de la comunidad durante un trienio (1932-35) y al estallar la guerra desempeñaba el oficio de maestra de novicias. Existen tres poemas manuscritos por la mártir que hablan del fervor religioso que abrasaba su corazón.

En 1931, a pesar de amenazas y peligros evidentes, no quiso abandonar el convento y permaneció en él con otras seis religiosas. En julio de 1936 también quiso permanecer en su amado convento. Pero al no encontrar quien secundara sus deseos, tubo que abandonarlo, buscando refugio en casa de su madre. En ella se hallaban ya recogidas sus hermanas capuchinas. Todas juntas hicieron durante unos meses vida auténticamente monástica, guardando la clausura, rezando el oficio divino y respetando las horas de silencio y recogimiento.

Cual nuevos macabeos, el 19 de octubre de ese mismo año, hacia las cuatro de la tarde, un grupo de cuatro milicianos se presentó en la casa para llevarse a las religiosas. A las 10 de la noche del día 25, fiesta de Cristo Rey, las cargaron en un camión y a la entrada de Alcira, en el término conocido con el nombre de “Cruz Cubierta”, las fusilaron una tras otra.

Los milicianos habían pensado comenzar con la madre, pero la intrépida heroína les rogó que comenzaran con sus hijas y luego podrían seguir con ella. Quiero saber qué hacéis con mis hijas. Si las vais a fusilar, matadlas primero a ellas y después a mí. Así moriré tranquila. Y después, a ejemplo de la madre de los Macabeos, volviéndose hacia sus hijas las alentó a no traicionar en el momento de la prueba el amor del esposo: Hijas mías, sed fieles a vuestro Esposo y no consintáis en los halagos de los hombres. Momentos después veía cómo los cuerpos de sus hijas rodaban uno tras otro por el suelo, víctimas del plomo asesino. Los milicianos llevaron los cuerpos de las cinco mártires al cementerio de Alcira, desde donde el día 2 de julio de 1939 fueron trasladados al de Algemesí. Luego los sepultaron en la cripta del convento de Fons Salutis y, por último, el 16 de abril de 1961, los depositaron en la iglesia parroquial de San Pío X de la misma localidad.

Novena a la beata Josefa de la Purificación

Señor Dios que en la vida de tus santos nos muestras tu amor y tu cercanía, permite que, a la luz de tu Palabra y de la vida de la beata Josefa de la Purificación, nos adentremos más en el misterio de nuestra Salvación. Concede también Señor que, por la intercesión de la beata Josefa de la Purificación, lluevan las gracias de tu misericordia para la salud de alma y cuerpo de cuantos meditamos esta novena. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

EVANGELIO Lc. 23, 26-31

 26Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús. 27Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. 28Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, 29porque mirad que vienen días en los que dirán: “Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado”. 30Entonces empezarán a decirles a los montes: “Caed sobre nosotros”, y a las colinas: “Cubridnos”; 31porque, si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el seco?».

MEDITACIÓN

La vida de los mártires es como la subida de Cristo al calvario. Un camino que asciende hasta la cruz, que no es muerte sino victoria.

Es muy probable, y también comprensible, que el relato de los acontecimientos que rodean un martirio -la violencia, el odio, el fanatismo- nos altere el corazón. Jesús en su subida al calvario ya lo advierte a las mujeres de Jerusalén, vendrán días en qué se dirá dichosas las estériles y más adelante dice porque si esto hacen al leño verde ¿Qué será del seco?

Si con Jesús, que es Dios mismo, los seres humanos fuimos capaces de hacer lo que hicimos, cómo no será con los demás. El martirio de la beata Josefa de la Purificación nos hace ver que Dios, encarnado en Jesús, ya pasó por ello porque en esta vida del mundo, el dolor y el sufrimiento son una realidad. Pero Jesús nos enseña que es una realidad que conduce a la victoria porque la muerte es la puerta a la verdadera vida.

La beata Josefa de la Purificación es una luz para nosotros porque en ella vemos al alma sencilla que comprende el misterio del sufrimiento. Que sabe que Dios se ha hecho hombre para sufrir con y como nosotros, y precisamente a manos de los propios hombres. La Beata Josefa de la Purificación es la víctima inocente capaz de entregarse a la muerte a manos de los egoísmos humanos antes de levantar su mano con violencia, consciente de que el odio engendra odio y del amor sale amor.

(Pídase la gracia que se desee alcanzar)

ORACIÓN

Beata Josefa de la Purificación, enséñanos cada día a tener un corazón lleno de amor, capaz de acoger al hermano y sufrir sus faltas, incluso cuando las cometa contra nosotros, y llevar una vida pacífica sufriendo con aceptación y abandono confiado en las manos del Padre.

EVANGELIO Mc. 15, 25-37

25Era la hora tercia cuando lo crucificaron. 26En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos». 27Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. 28[«Así se cumplió la Escritura que dice: «Lo consideraron como un malhechor»»] 29Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: «Tú que destruyes el templo y lo reconstruyes en tres días, 30sálvate a ti mismo bajando de la cruz». 31De igual modo, también los sumos sacerdotes comentaban entre ellos, burlándose: «A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar. 32Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos». También los otros crucificados lo insultaban. 33Al llegar la hora sexta toda la región quedó en tinieblas hasta la hora nona. 34Y a la hora nona, Jesús clamó con voz potente: Eloí Eloí, lemá sabaqtaní (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»). 35Algunos de los presentes, al oírlo, decían: «Mira, llama a Elías». 36Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber diciendo: «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo». 37Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.

MEDITACIÓN

No hay dolor, pena, ni sufrimiento del mundo que Dios no haya experimentado. Jesús lo ha padecido. Así, cuando cansados o agobiados miramos al cielo e imploramos el auxilio divino Él nos dice: ven aquí conmigo porque yo conozco bien lo que te sucede.

Pero ciertamente el sufrimiento es un misterio insondable para nosotros. Aunque lleguemos a entender algo sobre ello, o al menos, a aceptarlo no alcanzaremos su significado y quizás no debamos hacerlo, sabiamente dice la Escritura: No procures lo que te sobrepasa (Ecl. 3,17-18)

La beata Josefa de la Purificación no solamente lo debió comprender, a juzgar por sus actos, sino que ella misma lo vivió y siguiendo el consejo de san Pablo (Col. 1,24) completó los sufrimientos de Cristo. En su martirio hay muchos puntos comunes al fragmento evangélico de la crucifixión que nos narra san Marcos. Arrestada y acusada como si ella, su madre y hermanas fueran criminales, pues cuando el mal nace del odio no conoce límites en la humillación y el escarnio, ni respeto que aminore el trance. Al igual que Jesús reciben injurias, se burlan de ellas, quieren tentarlas burlándose de Dios y de la fe, las ponen a prueba. Pero la superan, pues aunque parece que el cielo enmudece se mantienen con firmeza hasta la prueba final.

La beata Josefa de la Purificación creía en un Dios crucificado. Exaltaba esa cruz en su corazón porque sabía que no es incapacidad el Dios vencido por los hombres, sino símbolo de su infinito amor que le lleva a humillarse hasta el mayor extremo. Por ello cuando llega su prueba se entrega, con la humildad y mansedumbre de Jesús, sufriendo en su espíritu similares penalidades hasta la entrega final. Para nosotros esta entrega puede manifestarse en ayudar a un amigo, cuidar a un familiar, aceptar una enfermedad. En ciertas circunstancias podemos llegar a experimentar que al cansancio o las privaciones se unen tormentos del espíritu, cavilaciones que nos roban la paz. En todo momento mantengámonos serenos y gocemos de poder seguir los pasos de Cristo. Así nosotros exaltaremos la cruz con nuestras obras, con la firme esperanza de que la muerte y el mal no tienen la última palabra.

(Pídase la gracia que se desee alcanzar)

ORACIÓN

Beata Josefa de la Purificación, pide al Señor para nosotros la entereza que Él te concedió para seguir sus pasos hasta las últimas consecuencias, y entender que, aceptar el dolor o el sacrificio por los demás no es debilidad, no es un acto vano ni un malgastar la vida, sino la mayor heroicidad como prueba de amor y fidelidad.

EVANGELIO Jn. 19, 25-30

25Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. 26Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». 27Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. 28Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed». 29Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. 30Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

MEDITACIÓN

En uno de los momentos más significativos de la vida de Jesús, para que todo quede cumplido, Jesús nos entrega a su madre. Él, que todo lo sabe, no desconoce que el corazón de una madre es el más capaz de todos para la formación, la aceptación, el acompañamiento, en definitiva, para el amor.

La beata Josefa de la Purificación también tuvo una madre ejemplar. Se llamaba Teresa Ferragut. En su ciudad de Algemesí a nadie pasó desapercibida su fe sincera probada en obras de apostolado y cimentada en una constante y fervorosa oración. Educó a sus hijas según los valores cristianos y cinco de ellas, además de un hijo, sintieron la vocación a la vida religiosa.

Cuando sus tres hijas capuchinas y su hija Josefa, Agustina Descalza, fueron arrestadas, ella, igual que María al encuentro de su Hijo cargado con la cruz, acompañó a sus hijas en la subida a su particular monte calvario. Pidió ser arrestada también con sus hijas y en el cautiverio las alentó a permanecer fieles. Cuando llegó el momento del martirio Teresa dio otra prueba más de su santidad. Pidió morir después que sus hijas para asegurarse de que no se iba a ejercer ninguna otra violencia sobre sus hijas. Antes de morir les dijo –No temáis, que la muerte es cuestión de un momento y el cielo es para siempre-.

Teresa, como María, recibió estas almas del cielo, las educó para la gloria y finalmente ella misma las entregó a Dios.

(Pídase la gracia que se desee alcanzar)

ORACIÓN

Beatas Josefa de la Purificación y Teresa Ferragut, alcanzadnos del cielo un corazón de madre capaz de amar hasta extremos insospechados y guardar el cuarto mandamiento para corresponder así al amor de nuestros padres.

EVANGELIO Mc. 14, 66-72

66Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llega una criada del sumo sacerdote, 67ve a Pedro calentándose, lo mira fijamente y dice: «También tú estabas con el Nazareno, con Jesús». 68Él lo negó diciendo: «Ni sé ni entiendo lo que dices». Salió fuera al zaguán y un gallo cantó. 69La criada, al verlo, volvió a decir a los presentes: «Este es uno de ellos». 70Pero él de nuevo lo negaba. Al poco rato, también los presentes decían a Pedro: «Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo». 71Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar: «No conozco a ese hombre del que habláis». 72Y enseguida, por segunda vez, cantó el gallo. Pedro se acordó de las palabras que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres», y rompió a llorar.

MEDITACIÓN

Los dolores de Jesús en la Pasión no fueron solo los clavos y los azotes. Fuertes dolores fueron también la traición de Judas, el abandono de sus discípulos y la negación de Pedro. Al leer el relato, con qué facilidad empatizamos con Cristo y entendemos su dolor. Pero ¿Cuántas veces hemos llorado como Pedro al sentir que habíamos negado a Aquel que murió en la cruz por nosotros?

Vivimos en un mundo secularizado y quizás por miedo al rechazo evitamos confesarnos cristianos, o nos vamos por las ramas para evitar confesar la fe, o tal vez, y es aún peor, cuando no queremos ayudar o tener un detalle con alguien nos evadimos ignorando que, en ese hermano, está Cristo.

La sociedad de la beata Josefa de la Purificación era más religiosa que la nuestra pero dado que vivió su fe de una manera tan radical ¿Podemos descartar que no sufriese burlas, discriminación o acoso? Más tarde, en el momento de la prueba, sabemos con certeza que no negó a Cristo, sino que le confesó como su Esposo, como su verdadero amor, y el precio de esta fidelidad fue su propia vida.

(Pídase la gracia que se desee alcanzar)

ORACIÓN

Beata Josefa de la Purificación que aprendamos de ti tu fortaleza para no negar a Cristo en nuestra vida diaria, para que así tampoco Él nos niegue a nosotros. Ayúdanos también a fomentar la paz y la comprensión para que nadie en el mundo pueda verse inducido a negar aquello que ama.

EVANGELIO Lc. 22, 39-46

39Salió y se encaminó, como de costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron los discípulos. 40Al llegar al sitio, les dijo: «Orad, para no caer en tentación». 41Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra y, arrodillado, oraba 42diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya». 43Y se le apareció un ángel del cielo, que lo confortaba. 44En medio de su angustia, oraba con más intensidad. Y le entró un sudor que caía hasta el suelo como si fueran gotas espesas de sangre. 45Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos por la tristeza, 46y les dijo: «¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en tentación».

MEDITACIÓN

Qué importante es la oración. Jesús antes de la prueba se retira a orar y así lo aconseja a sus discípulos para que no entren en tentación. Aquella noche en Getsemaní sus discípulos se durmieron. Cuántas veces nosotros también tenemos adormecido el espíritu para la oración. Ni una jaculatoria fugaz, un padrenuestro, una aclamación al cielo y sí un ya encontraré tiempo.

Quien quiera seguir a Jesús no puede abandonar el camino de la oración. Debe, además, orar como Jesús, pidiendo al Padre que se cumpla la voluntad divina, y en ello encuentra la paz.

La beata Josefa de la Purificación también llevó una vida extraordinaria de oración. De bien joven la vemos de continuo en el templo, orando y cuidando del altar del sagrado Corazón. En su vida religiosa su silencio y su trabajo eran fruto de su oración. En sus años de priora escribió un poema con unos versos en los que se queja de que el tiempo de sus obligaciones le alejan el pensamiento de Cristo. Años antes de la persecución religiosa en España, en un clima de inseguridad para los religiosos, algunas monjas de la Comunidad abandonan el monasterio pero ella, como sus hermanas del monasterio de Agullent, se quedan como si quisieran acompañar a Jesús en Getsemaní. Al estallar la guerra y las persecuciones también quiere quedarse, pero esta vez nadie la acompaña.

Exclaustrada, en su casa, solamente se dedica a la oración. Como Jesús antes de su entrega. Pidiendo a Dios que se cumpla su voluntad y hallando la paz en cumplirla.

(Pídase la gracia que se desee alcanzar)

ORACIÓN

Beata Josefa de la Purificación, te pedimos que sepamos imitar tu oración -constante, fervorosa, sencilla y agradable al Señor-, que no nos quedemos dormidos, que no le falte a Jesús nuestra compañía y aprendamos a aceptar con felicidad la voluntad de Dios en nuestras vidas.

EVANGELIO Mc. 15, 16-20

15Y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. 16El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. 17A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, 18cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos». 19Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. 20Ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

MEDITACIÓN

Si hay un mensaje claro que Jesús transmite, con obras y no con palabras, con su Pasión es el de la humildad. Humildad que según nos enseña la Iglesia es la base de todas las virtudes. En especial esta virtud nos la enseña el Salvador en el pasaje de la flagelación, las burlas de los soldados y la coronación de espinas. Jesús es humillado recibiendo las burlas de aquellos hombres, burlas de su divinidad, de su categoría de rey.

Pero así Jesús nos enseña que su trono es una cruz y su corona unos espinos. Que el verdadero reinado en este mundo no está en ser servido sino en servir. Así lo cumplió la beata Josefa de la Purificación. De su vida en el monasterio sabemos que estaba entregada por completo al servicio de la Comunidad. Era admirable para sus  hermanas de claustro la capacidad de trabajo y la diligencia que ponía en que nada faltase, en cuidar los detalles, en estar pendiente de todo. Al ser elegida priora creyó que aquella dignidad no le correspondía a ella y renunció, más siendo reelegida varias veces aceptó el cargo ante la insistencia del visitador de religiosas que representaba al arzobispo. Esto solo es posible si el alma está libre de egoísmos para ocuparse de sí misma y pensar solamente en sus prójimos. Y para librarse del egoísmo es necesaria una humildad verdadera, sincera y no calculada. Una humildad tan profunda que solo concede la gracia de Dios a las almas escogidas que se hacen pequeñas al conocer la grandeza de Dios en la oración.

(Pídase la gracia que se desee alcanzar)

ORACIÓN

Beata Josefa de la Purificación, ayúdanos para que nosotros, como tú lo hiciste, sepamos imitar la humildad de Jesús. Que nuestra vida sea entrega y servicio, generoso y desinteresado.

EVANGELIO Mt. 26, 57-68

Los que prendieron a Jesús lo condujeron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro lo seguía de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver cómo terminaba aquello. Los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos que declararon: «Este ha dicho: “Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días”». El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo: «¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que presentan contra ti?». Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo: «Te conjuro por el Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios». Jesús le respondió: «Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: desde ahora veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha del Poder y que viene sobre las nubes del cielo». Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras diciendo: «Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?». Y ellos contestaron: «Es reo de muerte». Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon diciendo: «Haz de profeta, Mesías; dinos quién te ha pegado». Pedro estaba sentado fuera en el patio y se le acercó una criada y le dijo: «También tú estabas con Jesús el Galileo».

MEDITACIÓN

La Santa Madre Teresa de Jesús dijo: no me ha venido trabajo que mirándoos a Vos, cual estuvisteis delante de los jueces,  no se me haga bueno sufrir. Nosotros en nuestra vida vamos a pasar por momentos incómodos, desagradables en el que otras personas nos van a hacer sufrir, a fingir que solo buscan la justicia, cuando lo que quieren es herirnos bajo cualquier pretexto. No nos faltarán tentaciones, burlas y humillaciones. Bueno será que en esos momentos nos acordemos de este pasaje evangélico. Jesús se encontró ante unos jueces duros de corazón.

A la beata Josefa de la Purificación también le sucedió. En su tiempo había fuertes sentimientos antirreligiosos que la hacían antipática y molesta para mucha gente. Después la violencia de la persecución será una sombra que la sigue. En ella, en su madre y hermanas vemos la actitud de Jesús. Serenidad, entereza y confianza. El delito de nuestra mártir era su fe y sus verdugos elaboran pretextos para condenar a una inocente.

Cuando tengamos un problema al que enfrentarnos, una persona que nos quiere mal o que abusa de su autoridad sobre nosotros o si, por desgracia, somos perseguidos injustamente, hagamos como Santa Teresa y la beata Josefa de la Purificación, miremos a Jesús ante los jueces y todo se nos hará poco.

(Pídase la gracia que se desee alcanzar)

ORACIÓN

Beata Josefa de la Purificación, pide a Dios que nos abra el espíritu a comprender cada uno de los momentos de la Pasión de Jesucristo, como aquel en el que estuvo ante los jueces; que aprendiendo esta divina enseñanza vivamos como imitadores de Jesús.

EVANGELIO Lc. 23, 39-46

39Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». 40Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? 41Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo». 42Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». 43Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso». 44Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora nona, 45porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. 46Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». Y, dicho esto, expiró. 

MEDITACIÓN

La vida de las personas se parece. A todos nos pasan cosas que juzgamos como buenas y otras como malas. Jesús vino a enseñarnos que esto no va a cambiar, que Dios no es un curandero o un brujo que pone parches a nuestra existencia para que nos sintamos felices, o guapos, o bien vistos según las modas. Lo que Jesús nos enseña es la actitud que debemos tomar ante la vida. No cambiará nuestra vida pero si le aportará mayor sentido.

Es lo que vemos en los dos ladrones. Ambos están en situación idéntica. Pero uno quiere morir matando víctima de su resentimiento y pretende hacer pagar a Jesús sus fracasos y frustraciones. El otro, el buen ladrón, acepta lo que le sucede, hace examen de sí mismo, se arrepiente e implora de Jesús su perdón y su salvación.

A la beata Josefa de la Purificación no le faltaron momentos duros y de zozobra. La vida del claustro era dura, el trabajo exigente y en la búsqueda de la madurez espiritual hay muchas renuncias. Sin embargo nunca vieron las religiosas a sor Josefa de la Purificación enfadada o de mal humor, sino siempre dulce y solícita. Los años treinta fueron duros para la Comunidad: Temores que, luego con la persecución religiosa, tomaron realidad material. Pero la beata Josefa de la Purificación no cargó tintas contra el mundo. No pagó odio con odio, ni devolvió violencia por violencia. Como Jesús, puso su espíritu en manos del Padre y así dio, con su vida, testimonio de paz. 

(Pídase la gracia que se desee alcanzar)

ORACIÓN

Beata Josefa de la Purificación, que el Señor nos conceda un corazón humilde para mirar nuestras vidas a la luz de la fe evitando culpabilizar al mundo de lo que no nos gusta. Que nosotros, en cambio, aceptemos todo como un valioso aprendizaje de Dios a quien queremos confiar nuestro espíritu.

EVANGELIO Jn. 19, 38-42

38Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. 39Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. 40Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. 41Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. 42Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

MEDITACIÓN

Para nosotros que ya conocemos la historia sagrada leer el relato del entierro de Jesús nos resulta hermoso, de una belleza poética. Pero para los protagonistas que lo vivieron aquella tarde de viernes apresurados para que no les alcanzase el sábado, recelosos de los judíos y aún sin asimilar lo que habían vivido, lo que ahora leemos con fascinación fue una experiencia cargada de dramatismo. ¿Qué habría en sus corazones? Quizás pena, tristeza, sensación de fracaso. Quién sabe. Jesús, el maestro que tanto prometía en plena juventud y triunfo, ha sido asesinado sin oponer resistencia.

Sin embargo unos pocos hombres y mujeres, aunque muerto y aparentemente derrotado, no le abandonan y le dan una sepultura digna según sus costumbres.

La de la beata Josefa de la Purificación es una historia con final similar. Una mujer joven, que dedica su vida a la consagración religiosa y muere asesinada por causa de su fe. Sus contemporáneos también podrían preguntarse por qué Dios permitió aquella persecución, por qué abandonó a su esposa. La verdad es que Jesús nos lo dijo: si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto (Jn 12, 24).  En su martirio no está su derrota sino su triunfo. Ella, su madre y sus hermanas lo sabían y se entregaron a su particular cruz con la esperanza de que puesto que iban a compartir la muerte de Cristo también iban a compartir su resurrección.

Su entrega dio fruto pues nosotros tenemos ahora un camino de esperanza para entregarnos a la voluntad de Dios.

(Pídase la gracia que se desee alcanzar)

ORACIÓN

Beata Josefa de la Purificación, que, como quienes enterraron a Jesús, sepamos mantener la esperanza en las palabras de Jesús, como tú lo hiciste, pues son felices los que creen porque las promesas de Dios se cumplirán en ellos.