Nuestro día
Nuestro día
“Alabado sea Nuestro Señor Jesucristo y la Virgen María su Madre. Hermanas, a la oración, a cantar las alabanzas al Señor”. Con esta copla cantada por los pasillos, la hermana campanera nos anima a empezar el nuevo día.
Es el primer gran momento de Oración. En nombre de la Iglesia elevamos las alabanzas matutinas en presencia de Jesús sacramentado.
En el refectorio, la comunidad se junta para la primera comida del día, en silencio y en escucha atenta a las enseñanzas grabadas. En domingos, festivos y celebraciones especiales, hablamos durante la comida.
La primera hora menor de la liturgia nos convoca antes de la Eucaristía, el Señor nos convoca de nuevo para proclamar juntas los Salmos de alabanza.
La Palabra de Dios y el Sacrificio-ofrenda de Jesús, son el corazón de la vida de la Iglesia y de nuestro día a día. Aquí está toda nuestra fuerza.
El trabajo Señor, de cada día, nos sea por tu amor santificado, convierte su dolor en alegría de amor, que para dar tú nos has dado. (Himno de la Liturgia de las Horas).
La Comunidad se reúne de nuevo en el coro para la gloria y alabanza a Dios. Ha terminado la mañana. Virgen María, de tu mano y en el nombre de Jesús continuamos.
Ha llegado el momento de reponer fuerzas y en el refectorio nos encontramos para la comida principal del día. De nuevo en silencio y escuchando enseñanzas grabadas.
En silencio disponemos de este tiempo para el descanso o cualquier otra actividad personal.
Las tablillas señalan a las hermanas que el descanso ha finalizado y el Señor nos convoca de nuevo al coro para iniciar la tarde en oración y alabanza. “Siete veces al día te alabo por tus justos mandamientos” (Sal. 118)
En la soledad y el silencio, mediante la escucha de la Palabra de Dios, el ejercicio del culto divino, la ascesis personal, la oración, la comunión fraterna, orientamos toda nuestra vida y actividad a la contemplación de Dios.
Tenemos presente a los hombres y mujeres de nuestro mundo, y sus necesidades. Ante el Señor ponemos a la humanidad entera.
Al atardecer de la vida seremos examinados del amor.
Al atardecer de la vida seremos examinados del amor.
Es la hora en la que dialogamos, compartimos, nos reímos, gastamos bromas, comentamos acontecimientos…, en contraste con el clima de silencio y recogimiento del día. “Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”.
Con el rezo de Completas damos fin a la jornada. Es el último rezo del día en el que la comunidad alaba a Dios, le da gracias, le pide perdón y unidas entonamos un canto a la Virgen. “Señor, al cerrarse este día que tu bondad nos regaló, queremos alzar nuestras voces para decirte nuestro amor”.
Ha llegado el momento del descanso. La jornada ha finalizado, y en silencio cada hermana se encamina a su habitación llevando la presencia de Dios y la alegría de todo lo vivido y compartido. “La noche no interrumpe tu historia con el hombre, la noche es tiempo de salvación”. (Himno Liturgia de las Horas)